jueves, 5 de noviembre de 2009

One of my multiple faces: Mia Spencer

She born from my necessity to scream that I was sad, very sad a long time ago, during my depression when I was just a teenager.

In those years, she became in my only friend, and from that single moment, she began to grow with me.

The first thing was her name, Mia Spencer, I don't remember from where or why I take it. The second thing, her nationality, England, because when I am sad, I think in English, I write in English, I whisper my sadness in English... the third thing, she is a writer.

The fourth thing that I invent about her was her appearance, she looks like me. You can think that it was easy, but it wasn't so. She looks like me, because she is me, in my depression, when I give her my appearance, I accept that sadness as mine, it was the first step to accept I needed help.

A deep soul with a simple face.

When you are in depression, the worst moment is when you are alone, in silence with your thoughts and your feelings, in the middle of the darkness..., it's to say, at the night. So it was how she became a vampire, just living in the darkness of every night in my depression.

The sadness, the night and a vampire... pure Romanticism, and I'm speaking about the literary movement at the end of XVIII century. Her clothes are black to disappear at the night, and her shirt is white in case somebody wants find her and help her like a hope breeze. I was so young to live a hopeless life.

You must to be thinking, "But if she's a writer, what did she write?" She write many things using my hand, I could save someones, but others finished lost in the time by my desperation.

But finally somebody finds me and save me, maybe that somebody was just me, the thing is nights weren't so dark, the silence wasn't so deep and the sadness just gone. Then, Mia fell slept, and sometimes she wake up just to remember me how it feels been sad to ensure that I'll be happy all my life.

martes, 15 de septiembre de 2009

Altagracia Divino

Esta es la historia de mi primer personaje de Vampiro Edad Oscura, la gitana de Ravnos, Altagracia Divino, esta historia fue escrita a finales de marzo del 2008. Espero que la disfruten.

................................................

Mi nombre es Altagracia, aunque antes solía tener otro nombre aunque esa es sólo una mentira más de las tantas que suelo decir, esta es mi historia, la verdadera.

Un día, hace muchos años, siendo aun una joven moza, volvimos con mi familia a mi amada Sevilla, mi ciudad natal.

Fue en ese entonces que conocimos al nuevo rey de los gitanos de la ciudad, no era alguien muy sociable y aceptaba visitas sólo por las noches, y fue en esa noche, donde conocí al hombre más bello y mejor aun, adinerado, de mi mundo, me enamoré.

Pero, yo sólo tenía catorce años, y a un hombre de poder como él, le interesaban las mujeres bonitas, como la mayor de mis hermanas, Rocío.

Fue entonces, luego de la visita, que todo empezó a cambiar, Rocío cayó presa de una extraña enfermedad, su conducta cambio, y en un principio creímos que era sólo amor por el nuevo rey, pero después, su piel fue cada vez más pálida, y su salud más frágil.

El rey mostró cierto interés por la condición de mi hermana, y entonces, me sentí muy decepcionada al darme cuenta que mi amor no era correspondido. Entonces pedí a mi madre me dejara partir con una caravana gitana que iba camino a los suburbios de Paris, en Francia, y ella convenció a mi padre con le miedo al contagio de la extraña enfermedad.

5 años estuve con la caravana vagando por toda Francia antes de volver a España y a Sevilla. Las noticias que me llegaban decían de Rocío que estaba bien, a pesar de seguir aun enferma, pero Estrella, mi segunda hermana, había enfermado también.

Ambas hablaban extraño, compartían la misma locura y el mismo sueño desesperado de vida eterna, preocupadas, según yo, por lo cercano de la muerte a causa de su enfermedad.

Fue en esta visita como una noche de insomnio sentí como mis hermanas salían de sus camas y, silenciosamente, se escabullían fuera de la carpa. Sin que me notaran, las seguí.

El camino fue casi directo a la carpa del rey, pero entraron por un costado de la carpa en la que no sabía que hubiera una entrada. Sin que me vieran, yo entré y observé.

Lo que vi, destruyó mi mundo y todo lo que en él había, ambas sangraban, una del cuello y la otra de la muñeca, pero, sin embargo, eran felices por lo que él les hacía.

Yo no creía en vampiros, para mi no eran más que invento gitano para asustar a la gente que nos mira mal, que nos desprecia, una maldición gitana, falsa como tantas otras.

En la inocencia de mis pocos años de aquel entonces, creí que él las había poseído, robándoles su virginidad, quitándoles la posibilidad de un buen matrimonio, y de tener una vida digna de una mujer gitana. Las leyes de nuestro pueblo eran claras, una mujer que no llega virgen al matrimonio debe ser repudiada por el engañado esposo.

Me pregunté porque aceptarían, luego, la idea de una maldición gitana verdadera, una conocida sólo por el rey, una que las obligara a obedecer para no ser alcanzadas por la muerte. El miedo me embargo, temí por mi, y esa misma noche tomé mis cosas y huí.

Pensé en volver a Francia, pero el sólo recuerdo de aquel lugar, plagado de cuerpos putrefactos aun con vida, me hizo cambiar mi rumbo.

Recordé que hacía unos pocos meses una caravana había partido a Inglaterra, y partí en su búsqueda, sabiendo que no sería difícil encontrar una caravana gitana española en mitad del mundo inglés.

Con esta caravana permanecí alrededor de 5 años más, hasta que tuve el coraje suficiente de enfrentar la situación que me esperaba en Sevilla.

Al llegar, ya con 24 años, para mi sorpresa, me encontré con el llanto de mi madre, dado a que sólo me quedaba una hermana, tras la muerte de Rocío. La ira tomó posesión de mi cuerpo, y con un cuchillo en la mano, mis pies trazaron el mismo camino que 5 años atrás me habían llevado a huir.

Entré en silencio buscando al rey, cuando estuvo a mi alcance de espalda, alcé la mano, pero lo quise de frente para que viera su propia muerte, y clamé su nombre para que volteara, una vez pude ver su rostro sorprendido, baje con fuerza el cuchillo alzado, clavándolo junto en medio de su pecho. Entonces vi su rostro paralizado, mirándome con horror directo a los ojos.

Al segundo siguiente descubrí que el miedo era entonces mío, al ver desaparecer el miedo de sus ojos y mostrarme su verdadero rostro.

- Es la segunda vez que entras aquí sin que yo te vea, - y vi como el cuchillo salía de su pecho – en sólo dos noches conseguiste lo que tus hermanas buscaban de mi.

No fui capaz de gritar ni de oponerme a su deseo, mi miedo era tal que mis ojos no podían dejar de mirarlo, noté que estaba exactamente igual que hacía 10 años atrás.

Mandó a uno de sus seguidores por mis cosas para fingir una nueva huida de mi parte, y entonces partimos a su refugio, no sin antes tomar el cuchillo del suelo. En ese lugar me enseñó todo lo que debía conocer de mi nueva condición, partiendo por la correcta ubicación del corazón.

Después de un par de meses, mi sire cambió mi imagen, regalándome un hermoso y costoso vestido amarillo y una cadena de oro, usando un acento fingido del inglés y francés que aprendí en mis viajes, tomé su apellido e inventé un nombre, así nació Altagracia Divino, una prima lejana del rey.

Desde entonces que tengo la costumbre de ir a Sevilla cada 5 años, escapando de la realidad, buscando la felicidad en otros lados, sonriéndole a la vida, mofándome de lo malo. Y al cuchillo aquel, lo traigo siempre conmigo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Con Agua de LLuvia.

Hacía mucho tiempo que no caminaba bajo la lluvia...

Desde que compré el paragua, al caer la primera gota, ya me cubría con él, sin embargo, hoy no fue asi.

Al salir del supermercado me encontre que con llovía a cántaros, y yo no tenía mi paragua. No tenía sentido "correr para no mojarme", a 6 cuadras de mi casa y con una lluvia con la que había, realmente era una idea absurda.

- Si voy a mojarte, que sea con propiedad! - me dije, y empecé mi camino de regreso lentamente.

Ya casi había olvidado lo que era lavarse la cara con agua de luvia, lo que se sentia al tener los pantalones empapados y pegados al cuerpo... me gustó, me trajo viejos recuerdos, fue como volver a ser salvaje, seguí caminando.

Era mucha el agua y poca mi prisa, sin embargo, con los lentes tan llenos de agua, resulto que aquel charco que parecía verse en el piso, realmente estaba, ¡pie en el charco!... ¿Qué más podía hacer?... Sólo reir y sacudir la cabeza.

Así fue como segui caminando y mascando mi chicle mientras me mojaba con agua de lluvia.

martes, 1 de septiembre de 2009

La Carta

Este cuento es de mas o menos el 2005... creo :P

Este cuento fue uno de los primeros intentos de escribir algo fuera del genero fantástico. Espero que les guste.
.............................

En una hoja pretendía escribirlo todo, era bien difícil la verdad, eran demasiadas cosas para tan poco espacio. Pensó en un momento en abreviar y omitir detalles, pero, para él, todos eran tan importnates, sin darse cuenta, siguió escribiendo.

A ratos se detenía para ver el andar de la gente, todo se veía tan normal, y sin embargo, para él era todo extraño... en que momento se había equivocado tanto, no lo sabía. Siguió escribiendo, siguió pensando... siguió recordando.

Había sido su primer amor, la primera a la que quisiese de aquella manera tan especial, y todo había sido tan bonito, pero estos primeros años de convivencia le habían mostrado facetas de ella que no conocía y que no le gustaban.

Miró el horizonte, el sol estaba por salir, comprendió entonces que ese sería el peor amanecer que le daría, aun así decidió continuar, ya llevaba media página y aun no decía nada importante. la leyó una vez y continuó.

Recordó el desesperado nacimiento de su hijo, y con ello, recordó también que en ese entonces creyó que se solucionarían sus problemas, como se equivocó.

De pronto, se vio en su niñez sin padre, pensó en su pequeño hijo, pero esto solo confirmó su decisión.

- Será mejor para él no recordarme y saberme muerto - pensó, su padre nunca estuvo con él, porque estaba con otra desde antes que naciera.

Entonces, se acordó de ella, tan altiva, tan hermosa, sencillamente toda una dama, tan distinta a todas, tan distinta a su esposa.

Aun no sabía en que momento se había equivocado tanto, todo hacía creer que llevaría esa duda a la tumba.

Cuando la conocío aun no nacía el pequeño, y cada día quería menos a su esposa, fue extraño para él, y le gustaba creer que para ella también. Se sintió inmediatamente enamorado de ella, aunque por un buen tiempo no supo su nombre, la llamaba "ella" o "la dama", y no podía evitar pasar por su lado sin ser el caballero más cortés de los que existiese. Ella parecía ser no indiferente a todo aquello, aunque ella sabía que él estaba casado.

Pero luego vino el niño, y por todo el aor que sentía hacia él, prefirió fingir y convencerse que ya no sentía nada por aquella noble dama, pero esto sólo empeoró las cosas.

Ahora ya no podía evitar llorar mientras escribía la carta, pero sólo lo notó cuando una de sus lágrimas cayó sobre el papel. Se secó la cara aunque sabía que era inevitable continuar llorando.

Ella estuvo presente para el nacimiento de su hijo, y el regalo que le trajo al pequeño, para él fue el más hermoso. Fue entonces cuando su esposa empesó a sospechar, pese a que aun nada había pasado.

Y también, sólo entonces, se dio cuenta que ya era demasiado tarde. recordó, de pronto, el día más importante de su vida mientras siguió escribiendo.

Sabía que no tenia ninguna buena razón para estar ahí, pero ese día decidió pasar, sencillamente para distraerse de los problemas, pero estaba ella, sola, completamente distraída, mirando por una ventana, se acercó muy despacio, silencioso, pero por alguna exrtaña razón ella notó su presencia, sin saber porque, le sonrió como solía hacerlo a su esposa antes de casarse, cuando por fin llegó a su lado, se besaron, como si sólo estuviesen ahí para ello.

Desde entonces, su vida sólo tuvo momentos llenos de alegrías y de penas, que poco a poco cavaron ondo en su corazón y su mente, llegando a este punto.

Se negaba a dejar a su esposa, sólo por amor a su hijo, sin embargo, no paraba de querer cada vez más a su dama, porque ya la sentía suya.

La decisión estaba tomada, y la carta lista, ya no habría otro mañana, ya no habría más dolor, si sólo ella lo hubiese entendido, si sólo ella no lo hubiese hecho elegir.

Pero la decisión estaba tomada y la carta ya esta escrita.

La colocó junto a su billetera abierta, quería morir viendo los rostros de su hijo y de su dama, como lo hacía cuando no los tenía cerca. Quería morir sin dolor, y lo consiguió con aquel veneno que le recomendaron.

Esa mañana brilló el sol, pero el frío llegaba hasta el alma, y él ya no lloraba, su rosrto parecía pensar, seguramente tratando de recordar en que momento se había equivocado tanto.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Una Luz en la Oscuridad

No tengo la fecha de cuando escribí este cuento, pero a modo informativo, tiene las hojas amarillas por el tiempo.
.......................................................

Hace ya más de 200 años que soy este mosntruo chupasangre, - pensaba este vampiro de juvenil apariencia - hace más de 200 años que no veo la luz del sol, pero creo que ya no importa, pues ya no la recuerdo... -se paró de su silla y dijo - Es tiempo que salga a comer, ya ha salido la luna - tomó su chaqueta, se la puso y salió, sabía que esa noche sería especial.

Vestido con ropa negra, como era su costumbre, salió a la calle y se diriguió al centro de la cuidad, a una calle no muy concurrida. De un momento a otro apareció un automovil que dejó a alguien en la esquina y luego dobló perdiendose de vista. Había llegado su victima, o su cena, como en ocaciones los denominaba.

Era una mujer, una adolescente, se acercó a ella muy sutilmente, y como si no quisiera nada mas le pidió fuego para su cigarrillo, ella con recelo le dio una caja de fósforos y empezó a caminar muy rápidamente, pero él la detuvo devolviendole los cerillos. Ella lo vió directamente a sus ojos negros y grandes, mientras él le sonrió con sus labios gruesos entablando una conversación que en varias oportunidades ella trató de terminar, pero los años le habían brindado experiencia al hombre, por lo cual, en unos instantes después se hablaban como s se conocieran de hace años.

Casi sin darse cuenta, él perdió interés por morderla, caminaron juntos largo rato hasta la casa de ella había algo especial en la jovenque él no pudo identificar.

Al llegar a la casa de la joven, se dio cuenta que no le sabía el nombre, por lo cual rápidamente se lo pidió:

- Sabes, he estado conversando toda esta noche con una encantadora jovencita, pero aún no sé su nombre.

- No creo que te refieras a mi - inquirió la joven coquetamente.

- Pero por supuesto que si.

- Entonces, dejame decirte que sabes como decir las cosas... yo tampoco se el tuyo.

- Lawrence.

- Loaiza María - él palideció, pero esto casi no se notó por lo blanco de su piel.

- Si no fuera de noche ni tu tan blanco, Lawrence, juraría que te pusiste blanco al oir mi nombre. ¿Conoces a alguien más con mi nombre?

- Si, también es el nombre de la mujer más importante en mi vida...

- Por tu cara, me da la sensación de que ella está.... muerta?

- Lo está.

- La extrañas, ¿no es así? Pero piensa que mientras la recuerdes ella estará junto a ti, dentro de ti -Lawrence quedó perplejo mirándola.

- Hablas igual que ella.

- ¡Oh vamos! Nos acabos de conocer, no te deprimas Lory.

- ¿Lory?... - sus ojos brillaron como no lo habían hecho hacía muchísimo tiempo.

- Perdón, debi preguntar primero si te podía llamar así.

- Si, claro, es sólo que ella me llamaba así.

- Lo siento, no lo sabía, pero estás muy pálido, quién te viera creería que eres un vampiro o algo así - él se estremeció visiblemente y salió corriendo, ella corrió tras él, pero lo logro alcanzarlo.

Su destino fue una iglesia, titubeó en la entrada pero igualmente ingresó, cerró sus ojos al hacerlo, creía sentir el olor de su pecado, olor a sangre. Entreabrió los ojos y se dirigió al altar, arrodillandose frente a la cruz con el Cristo cricificado que ahí estaba, y llorando emprezó a hablar:

- La enviaste para que entendiera lo mal de mi camino, pero yo n elegí ser así, es cierto, ella me dio la otra alternativa la noche siguiente de convertirme en lo que soy, pero entiende, ¡Me dio miedo! la muerte no era una alternativa para mi en ese tiempo, pero creo que ahora so lo sería... ¡si tú puedes cambiarme! te pido por favor que lo hagas, que yo te serviré fielmente por siempre. ¡Oh Dios, sólo dime qie hacer que yo lo haré! - el silencio de la iglesiaera envolvente y penetrante, tan intimidante que Lawrence sintió miedo después de 200 años sin tener esa sensación. De un momento a otro, escalofríos, luego, escuchó una serie de voces que oraban y suplicaban, rezos que alguna vez escuchó, de entre ellas una voz masculina ue sobresalía de las demás, decía palabras sueltas , oraciones confusas que Lawrence en ese momento no supo entender, sintió una confusión en su mente, creyó que se volvería loco y también sintió dolor, como si algo saliera de él, cayo al suelo.

Las voces no se iban, y esa voz, la especial, le decía:
- ... luz... la sangre de maldad... no mas soledad, no habrá muerte... busca a tu madre, será tu guía... - de un momento a otro todo cesó, de nuevo ese silencio envolvente.

Lawrence se puse de pie con dificultad, aun estaba confundido, se dirigió hacia la puerta sujetándose de los asientos. Cuando llego a la puerta, se detuvo, afuera debería estar ya de día, y al abrir la puerta moriría, pero en ese momento lo entendió todo.

Luz, la podría ver, sangre de maldad sería la que bebería, no tendría mas soledad, jamás moría, y aquella muchacha... la reencarnación de su madre, lo acompañaría.

Entonces, tomó las manijas de la puerta y la abrió, debió cruzar los brazos frente a su rostro, pues el sol lo cegaba, pero luego de un momento sus ojos se acostumbraron a la luz del día que recién comenzaba, al pie de la escalera estaba Loaiza.

Bajó hacia ella susurrándole "madre", mientras ella le tomaba la cabeza y acariciaba su largo cabello negro y crespo, como una madre a su hijo diciendo "pobre pequeño".

Ambos pasaron juntos todo el día, y ella le mostró la ciudad de día, mientras hablaron de la nueva vida que juntos vivirían, pero ningu sabía lo que realmente les esperaba el destino.

jueves, 13 de agosto de 2009

Mizoguchi Karada

La Imagen dice "Mizoguchi Tai", porque este era el nombre original del personaje, pero luego lo terminé cambiando por Karada, que me resulto mas adecuado.

Dejo aquí la aclaración de algunos terminos que pueden resultar poco familiares:

Karada: En japonés cuerpo.
Sagasu: En japonés cazador.
Kokoro: En japonés corazón, en el sentido sentimental.
................................................

Mizoguchi Karada

En su mente infantil las respuestas se le escapaban sin saber él porque, mas eso no importaba, tarde o temprano estas llegarían a llenar su sed de conocimientos con respecto a la vida y a la muerte.

Pero las respuestas, en lugar de parecer cada vez más cercanas, Karada sentía que estas se alejaban todos los días un poquito más, y entonces decidió salir todos los días a buscarla, pero ella era sólo una niña y no se podía alejar mucho de casa.

Mas un día la curiosidad la llamó y ella no se negó.

Una diminuta mariposa voló alrededor de ella como festejando su aun poco desarrollada belleza, mas, al tratar de atraparla, esta se escapó.

Karada corrió tras ella, el juego parecía inofensivo y su madre la dejó ir tras su pequeña nueva amiga.

Karada corrió y corrió tras el pequeño ser, este parecía invitarle a conocer nuevas cosas, la niña no se pudo resistir. Y el pequeño animalito voló cada vez un poquito más lejos. A medida que la mariposa se posaba en las distintas flores que en su camino encontraba, Karada muy rápidamente se agazapaba para esconderse.

De pronto ocurrió algo inesperado, mientras su pequeña amiga se hallaba posada sobre una hermosa flor, una hermosa ave voló por encima de esta y la devoró.

Karada sintió pena, pero no lloró.

Un suspiro brotó de su boca, mientras que el ave empezó a cantar, la niña sin dudarlo observó desde su escondite, sin moverse.

La avecilla emprendió vuelo y Karada corrió tras ella, no la podía dejar ir, ella se llevaba a su amigo, ella se llevaba a su respuesta.

El pajarillo siguió cazando, y Karada, lo siguió espiando.

Muy pronto la pequeña ave se posó en el pasto y empezó a escarbar. Karada vio claramente como un pequeño zorrillo la miraba, asechándola. Ella podía actuar, pero sabía que no debía hacerlo, pero, ¿por qué?

El zorrillo atacó a la indefensa ave, Karada no se movió, el pájaro intentó luchar por su vida, pero estaba herido, todo estaba perdido para este, pero Karada le observaba tratando de entender que le enseñaba la vida, aun era muy niña, tardaría un poco más en aprenderlo.

El ave murió, y Karada observó como el zorrillo la comió, el espectáculo no era agradable, pero la niña entendió que no tenía porque serlo.

Las cosas necesarias no tienen que darse el lujo de ser agradables, pensó. Tenía razón.

Y entonces el zorrillo arrancó, Karada lo siguió.

Ahora el zorrillo llevaba su respuesta, aquella que ella tanto anhelaba, lo siguió, pero este si se dio cuenta que era seguido y corrió, cada vez más rápido, mientras Karada estaba cada vez más cansada.

De pronto la lluvia vino, pero ni el zorrillo ni Karada se preocuparon por ella, ambos debían seguir, ninguno de ellos sabían que esta era un nuevo adversario que se metía en su carrera.

Karada no conseguiría nada si se detenía debía seguir, él tenía algo que ella creía suyo, y lo perseguiría hasta donde fuera necesario.

Su cuerpo estaba muy caliente y la lluvia muy fría, pero a ella no le importó, mientras su madre la buscaba desesperada por los alrededores de su casa, sin saber que la niña se alejaba cada vez un poco más.

Internada en un bosque que no conocía, Karada siguió corriendo, no se detendría pese a que sus piernas ya casi no tenían fuerzas para sostenerla en pie. El zorrillo también estaba cansado.

De pronto el zorrillo se detuvo jadeando para mirar hacia atrás, Karada al ver esta reacción también se detuvo cayendo de rodillas al piso, el zorrillo se alejó.

Con las pocas fuerzas que le quedaban a la niña, luego de la larga carrera, se puso de pie, y con un paso más que cansado trató de alcanzarle.

Por unos segundos se le perdió de vista, por lo que trató de correr más rápido, pero ya no le vio.

Unos ruidos en unos matorrales le alertaron del escondite del zorrillo, ella también se escondió.

Ambos sabían donde estaba el otro, pero estaban demasiado cansados y mojados para tratar de hacer algo, la lluvia se ponía cada vez más fría.

El zorrillo se recuperó antes que ella, y luego de observar que esta casi no hacía movimientos, decidió tratar de escapar nuevamente.

Karada le siguió hasta un pequeño claro en donde el zorrillo se detuvo en seco, la niña permaneció escondida.

El zorrillo se agazapó en un absurdo intento de esconderse entre las hierbas húmedas, pero no podía ver a emisor de aquel sutil ruido, Karada sabía que no era ella, pero tampoco veía a nadie más.

De un momento a otro un suspiro y todo acabó, un gran tigre saltó sobre el zorrillo y a este le se fue la vida.

Karada por un momento pensó en llorar, tenía miedo, pero algo no se lo permitía, quizás era el miedo, no lo supo, pero lo agradeció, pues, un sólo sonido podía ser fatal para ella también.

Y con el zorrillo en el hocico, el tigre marchó a un lugar más seco para comer, Karada, ya sin saber porque, lo siguió.

Más sigilosa que nunca Karada observó el festín.

El tigre en su seco escondite se recostó a dormir, de pronto unos sonidos estrepitosos le quitaron su silencio al bosque.

Un silbido de flechas, una gran revuelta, el tigre no sabía contra que peleaba, Karada si, pero no podía ayudarle, nuevos sonidos de flechas y la sangre de gran animal empezó a mezclarse con el agua regada en el piso por la lluvia, estos sonidos se repitieron hasta que el tigre cayó sin poder defenderse, los asesinos por fin dieron la cara.

Los hombres se acercaron al tigre y uno lo observó de más cerca, y haciendo una serie gestos, estos se fueron.

Entonces Karada salió por fin de su escondite y observó los ojos del tigre que la miraba fijamente, este parecía ya no tener miedo, le costaba respirar, Karada lo pudo notar, le acarició sin miedo el pelaje del rostro, las gotas de lluvia parecían lágrimas en los ojos del gran animal, Karada también quiso llorar.

¿Qué sentido tiene la vida?, ¿Qué sentido tiene la muerte?, Ahora Karada lo entendía, por fin tenía la respuesta que tanto buscaba.

La muerte no es más que la gran fuente de vida, aquellos que mueren, lo hacen para alimentar a otros, pero, algo no andaba bien, los sagasu mataron al tigre y lo dejaron ahí sin comerlo, Karada aun no lo entendía muy bien.

Pero, si ese era el sentido de la muerte, ¿cuál era él de la vida?

Entonces pensó.

Si la muerte engendra vida, ¿la vida engendra muerte?, La respuesta parecía ser sí. Karada lloró.

La lluvia se hacía torrencial, ya no había parte de su cuerpo que no estuviera mojada, pero ahora, también tenía mojada el alma.

El tigre trató de volver a su madriguera como si por instinto pensara que ahí estaría seguro, al menos, eso pensó Karada, pero la niña sabía que ya no era así.

Las flechas clavadas en su cuerpo le impidieron moverse por el dolor, Karada miró a la madriguera y entonces por fin entendió. Un suave sonido salía de ahí, algo así como un llanto, Karada miró a la tigresa y corrió hasta el nido, el gran animal estaba de espaldas, no la vería.

La niña no supo como fue que lo hizo, pero consiguió mover al gran tigre hasta que este pudo quedar mirando a puerta de su cueva, una vez ahí, Karada se entró en ella y, a pesar de estar mojada, cargó al pequeño bebé de tigre que ahí se encontraba, este aun no habría los ojos, pensó que así era mejor, así no vería morir a su madre, Karada no dejó de llorar en ningún momento.

La tigresa ahora si se veía tranquila, la vida de su cuerpo se esfumó.

Karada abrazó al pequeño felino tratando de cubrirlo con su cuerpo sin darse cuenta que con ello lo mojaba ni que el cuerpecito de este estaba más caliente que el suyo, pero al pequeño bebé no le importo, luego de los gritos de su madre, tener a alguien cubriéndole le hacía sentir seguro, sin pensarlo dos veces este durmió.

La niña siguió mirando desde la puerta de la madriguera, no pasaron muchos minutos desde la muerte de la tigresa hasta que aparecieron los buitres y demás seres de carroña.

Entonces, ¿La muerte del gran tigre no había sido en vano?, Parecía ser que no, pero, ¿Cuál era la finalidad del hombre en todo esto?, ¿Qué sentido había tenido para este aquel sacrificio?... ¿Ninguno?

¿Con qué fin habían matado a la madre de la pequeña criatura que cargaba en sus brazos?, ¿Qué beneficio traía esta muerte para ellos?, Una y otra vez la respuesta era la misma, ninguna, Karada sintió vergüenza de su raza.

Y mientras sus pensamientos volaban por los aires sus lágrimas aun bañaban su rostro, ahora si sabía porque, por lo incorrecto de aquel acto, por contradecir las leyes de la vida, por no matar para vivir.

Karada miró el lugar, ni siquiera pensó en volver, sabía que estaba perdida y que no lo conseguiría, en la guarida estaría segura, por lo menos por esa noche.

A la mañana siguiente, un hombre la encontró sollozando dormida, y entre sus brazos encontró a su cachorro, no pretendió quitárselo, pues, pese a que no le hacía daño, lo agarraba muy fuerte. Su cuerpo aun estaba muy húmedo, el hombre le tocó la frente y supo reconocer la fiebre que le aquejaba, trató de despertarla, pero le fue inútil, el estado de la niña era grave.

Al ver el cadáver deshecho de la madre del cachorro, y a la niña sin rastros de heridas, el hombre no supo entender lo que ahí sucedió, más, la niña tampoco se lo contó.

La madre estaba muerta, y el cachorro aun ni siquiera abría los ojos. Por lo que tomó a la niña y a su pequeño crío y los llevó hasta la ciudad más cercana, por suerte para Karada, esa ciudad era justamente en la que ella vivía.

Al llegar a la ciudad, quienes la reconocieron corrieron a avisarle a su madre lo ocurrido.

Estuvo varios días en cama, junto a su pequeña amiga Kokoro, la hija de la tigresa. Pese a que muchos trataron de convencerla de lo poco conveniente de la estadía de la tigresa en el lugar, ella se negó a dejarla, mas al crecer la tigresa, fue esta quien se negó a dejar a Karada. Pues, aunque no fue la mejor madre, siempre la pudo alimentar y cuidar.

Ahora que Karada tenía su respuesta, ya no tuvo miedo de crecer y hacerse fuerte, ni miedo de cruzar ríos y de trepar árboles, pues, algún día ella también moriría convirtiéndose en parte de todo aquello que la rodeada, la vida.

Siempre había sido extraña, pero ahora lo era más que nunca, extraña, diferente, única, Karada era única, pero no sólo eso, ella también era salvaje, libre, y sobretodo, bella, en pocas palabras, indomable.

Y ya siendo sólo una niña, ella era siempre así, lo que no le enseñaron lo averiguó, lo que no averiguó lo descubrió por si sola junto a su amiga Kokoro, y lo que no descubrió, jamás dejó de luchar por tratar de hacerlo, y ella aquel día sólo tenía 7 años, ese día ella descubrió muchas cosas, entre ellas, que ella era sabia pero que aun tenía mucho que aprender, pero también hubo muchas cosas que no consiguió siquiera ver, entre ellas, que pese a tener cuerpo de niña, ella se había hecho mujer, y, hasta incluso, madre.

Karada y Kokoro nunca se separaron, ni siquiera al tener sus críos Kokoro en la lejana cueva en la que ella misma había nacido y que conocía gracias a Karada, no eran sólo madre e hija, ni un tampoco sólo amigas, ellas, prácticamente, eran la misma.

Karada era el cuerpo, Kokoro era el alma.

viernes, 24 de julio de 2009

Recuerdos de una Rosa


Este es el dibujo de una rosa que em regalaron hace muchos años.

Cuando me la dieron, como sabía que se iba a marchitar, decidí dibujarla para que durara para siempre.

Angelius




NO se porque le dibujé la alas negras, lo que si se, es que me gusto mucho como quedo... a pesar que se me acabo el papel antes que las alas :P