martes, 1 de septiembre de 2009

La Carta

Este cuento es de mas o menos el 2005... creo :P

Este cuento fue uno de los primeros intentos de escribir algo fuera del genero fantástico. Espero que les guste.
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En una hoja pretendía escribirlo todo, era bien difícil la verdad, eran demasiadas cosas para tan poco espacio. Pensó en un momento en abreviar y omitir detalles, pero, para él, todos eran tan importnates, sin darse cuenta, siguió escribiendo.

A ratos se detenía para ver el andar de la gente, todo se veía tan normal, y sin embargo, para él era todo extraño... en que momento se había equivocado tanto, no lo sabía. Siguió escribiendo, siguió pensando... siguió recordando.

Había sido su primer amor, la primera a la que quisiese de aquella manera tan especial, y todo había sido tan bonito, pero estos primeros años de convivencia le habían mostrado facetas de ella que no conocía y que no le gustaban.

Miró el horizonte, el sol estaba por salir, comprendió entonces que ese sería el peor amanecer que le daría, aun así decidió continuar, ya llevaba media página y aun no decía nada importante. la leyó una vez y continuó.

Recordó el desesperado nacimiento de su hijo, y con ello, recordó también que en ese entonces creyó que se solucionarían sus problemas, como se equivocó.

De pronto, se vio en su niñez sin padre, pensó en su pequeño hijo, pero esto solo confirmó su decisión.

- Será mejor para él no recordarme y saberme muerto - pensó, su padre nunca estuvo con él, porque estaba con otra desde antes que naciera.

Entonces, se acordó de ella, tan altiva, tan hermosa, sencillamente toda una dama, tan distinta a todas, tan distinta a su esposa.

Aun no sabía en que momento se había equivocado tanto, todo hacía creer que llevaría esa duda a la tumba.

Cuando la conocío aun no nacía el pequeño, y cada día quería menos a su esposa, fue extraño para él, y le gustaba creer que para ella también. Se sintió inmediatamente enamorado de ella, aunque por un buen tiempo no supo su nombre, la llamaba "ella" o "la dama", y no podía evitar pasar por su lado sin ser el caballero más cortés de los que existiese. Ella parecía ser no indiferente a todo aquello, aunque ella sabía que él estaba casado.

Pero luego vino el niño, y por todo el aor que sentía hacia él, prefirió fingir y convencerse que ya no sentía nada por aquella noble dama, pero esto sólo empeoró las cosas.

Ahora ya no podía evitar llorar mientras escribía la carta, pero sólo lo notó cuando una de sus lágrimas cayó sobre el papel. Se secó la cara aunque sabía que era inevitable continuar llorando.

Ella estuvo presente para el nacimiento de su hijo, y el regalo que le trajo al pequeño, para él fue el más hermoso. Fue entonces cuando su esposa empesó a sospechar, pese a que aun nada había pasado.

Y también, sólo entonces, se dio cuenta que ya era demasiado tarde. recordó, de pronto, el día más importante de su vida mientras siguió escribiendo.

Sabía que no tenia ninguna buena razón para estar ahí, pero ese día decidió pasar, sencillamente para distraerse de los problemas, pero estaba ella, sola, completamente distraída, mirando por una ventana, se acercó muy despacio, silencioso, pero por alguna exrtaña razón ella notó su presencia, sin saber porque, le sonrió como solía hacerlo a su esposa antes de casarse, cuando por fin llegó a su lado, se besaron, como si sólo estuviesen ahí para ello.

Desde entonces, su vida sólo tuvo momentos llenos de alegrías y de penas, que poco a poco cavaron ondo en su corazón y su mente, llegando a este punto.

Se negaba a dejar a su esposa, sólo por amor a su hijo, sin embargo, no paraba de querer cada vez más a su dama, porque ya la sentía suya.

La decisión estaba tomada, y la carta lista, ya no habría otro mañana, ya no habría más dolor, si sólo ella lo hubiese entendido, si sólo ella no lo hubiese hecho elegir.

Pero la decisión estaba tomada y la carta ya esta escrita.

La colocó junto a su billetera abierta, quería morir viendo los rostros de su hijo y de su dama, como lo hacía cuando no los tenía cerca. Quería morir sin dolor, y lo consiguió con aquel veneno que le recomendaron.

Esa mañana brilló el sol, pero el frío llegaba hasta el alma, y él ya no lloraba, su rosrto parecía pensar, seguramente tratando de recordar en que momento se había equivocado tanto.

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